diumenge, 30 de gener del 2011
LA MORENETA I LA CAIXA
El frágil y emotivo corazón de Catalunya, tan dado a lo sentimental como falto de sentido financiero
Pilar Rahola a La Vanguardia del 30/01/2011
Artículo magnífico, como es norma de la casa. Prácticamente no recuerdo ni un solo artículo de Josep Maria Cortés que no haya disfrutado y quizás porque Josep Maria es de los pocos expertos en economía que son capaces de convertir las cuentas de explotación en pura poesía. Y en estos tiempos poco dados a la lírica económica, su mérito es enorme. El artículo en cuestión es el que publicó el viernes con el título “De Moragas a Fainé”, donde recreaba la intensa historia de La Caixa, desde sus románticos orígenes en 1904 (ante “la necesidad de crear una gran caja de retiro como vía para conseguir la paz social”) hasta su actual decisión de convertirse en banco. Una historia que, de alguna manera, corre paralela a la historia de Catalunya, y especialmente a la de una burguesía que se implicó con el devenir catalán y dotó al país de algunas de sus estructuras fundamentales. Y que, además, supo entroncar con las clases medias y populares. La historia posterior, repleta de nombres propios con mucho lustre, ha sido clave en la vida económica de un país que, en materia de finanzas, no siempre demostró buen tino. Por ello la inteligencia estratégica de La Caixa ha sido tan celebrada a lo largo de los años, precisamente porque resultaba insólita en este país de banqueros sin bancos. Sin duda, la decisión actual tiene que ver con ese afinado instinto para adelantarse a los acontecimientos, antes de ser arrastrados por la corriente. Como ejemplo reciente y paradigmático, la venta de Colonial meses antes de que se hundiera…
Por supuesto, la decisión actual cambia la historia para siempre, y entiendo que haya creado una gran convulsión en el frágil y emotivo corazón de Catalunya, tan dado a lo sentimental como falto de sentido financiero. Durante más de un siglo, La Caixa ha sido como la Moreneta y el Barça, y, si me apuran, la propia 'La Vanguardia', todas ellas señas emocionales de la emotiva identidad catalana. Probablemente no somos mucho más que eso, los catalanes, unos sentimentales, y es en el terreno de lo sentimental donde ha prendido el miedo. ¿Perdemos una gran seña de identidad?, preguntan las voces más temerosas. Pero incluso en ese punto parece que la jugada ha sido inteligente; no en vano La Caixa ha blindado su presencia con el 81% y además ha garantizado la continuidad de la obra social. Pero ha hecho algo aún más importante para Catalunya: situarse en el ranking de los grandes bancos europeos. Es decir, consolidar su potencial y garantizar su competitividad. A diferencia, pues, de algunos amigos que creen que Catalunya pierde peso en cada roto, personalmente me parece que lo de La Caixa no es un descosido, sino el hilado final de un traje nuevo. Y eso es también la historia de Catalunya, desde la revolución industrial: saber cambiar a tiempo, cuando los tiempos cambian. Puro instinto de supervivencia.
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