dilluns, 20 de juny del 2011

EL ABRAZO DEL PP


La apuesta actual de Montilla y Nadal recuerda demasiado la de Reventós en 1980, salvando todas las distancias

Francesc - Marc Álvaro La Vanguardia de 20/06/2011

A cara o cruz. Podrían escribir por las paredes algo como "¡Partido o muerte, venceremos!". Dentro del PSC, se ha impuesto la línea dura de aquellos que quieren atravesar el desierto sin ningún tipo de colaboración con una CiU que acumula un nivel de poder institucional que nunca había tenido. La estrategia de los spin doctors de la calle Nicaragua para salir del pozo es estirar el hilo de un axioma clásico de la política indígena: el PP es el coco y no se puede hacer nada con los populares. Aunque, como recordó el conseller Mas-Colell, en el País Vasco los socialistas son socios de aquellos que aquí demonizan. Y, añado yo, en Madrid, PP y PSOE están muy de acuerdo en la tira de asuntos que bloquean la capacidad de decisión y las oportunidades de los catalanes. La apuesta actual de Montilla y Nadal recuerda demasiado la de Reventós en 1980, salvando todas las distancias. Aquella resultó nefasta para el PSC.

El hecho es que el Govern de Mas y CiU sólo disponen del PP para sacar adelante el día a día sin tener que convocar nuevas elecciones. La aprobación de los presupuestos solemniza esta realidad, que también se ve en los pactos en la Diputación de Barcelona. ERC podría tener un papel en la gobernabilidad, pero su delicada situación no permite, por ahora, muchas seguridades. Los socialistas han conseguido aquello que querían: se automarginan a cambio de poder mostrar la foto de una CiU que va del brazo del PP. Es una actitud que recuerda aquellas autolesiones que se infligen los niños malcriados para poner en evidencia a los padres. ¿Entenderán los sectores más razonables del PSC esta irresponsabilidad? Con esto, los socialistas regalan todo el centro a CiU (mientras parte de sus votantes huyen al PP y PxC) y se van a competir con ICV por un minifundio.

Bailar sólo con el PP es incómodo para CiU. Porque recuerda la falta de cintura convergente del 2000 con Aznar y porque, hoy, los populares van sobrados, como demuestra la gesticulación de Alicia Sánchez-Camacho con la escuela y la lengua, una demagogia para contentar a antiguos votantes de Ciutadans y pantanos afines. Se adivina una pinza que a Mas le dolerá: mientras el PSC lo acusará de ser cautivo de los populares, el PP hará exhibiciones de fuerza que los nacionalistas tendrán que aguantar estoicamente. Si como dicen las encuestas Rajoy será el futuro presidente, habrá que ver cómo Mas y Duran Lleida reformulan una relación que, en este momento, es tan arriesgada como imprescindible. Hace meses que lo repetimos: una mayoría absoluta del PP condenaría a CiU (y al Govern) a soportar aquello que en las Españas llaman un trágala.

Oriol Pujol apunta una idea sugerente y polémica: hacer de CiU "abiertamente un partido nacional catalán, con mucho menos comportamiento de partido lobby en Madrid". Si Rajoy no quiere hablar de nada parecido al concierto económico, el gen de la hiperresponsabilidad convergente quizás empezará a caducar. Y será el momento de la imaginación.